
En las ciudades se diversificaron los entretenimientos, pero en el campo siempre había ocasión para las reuniones.
Por otra parte, con los nuevos gobiernos no faltaban las celebraciones de carácter cívico que incluían desfiles, festejos y hasta un Te deum, es decir una ceremonia religiosa de acción de gracias.

Por la otra, había una larga lista de celebraciones religiosas que abarcaban los oficios de rigor como la Semana Santa, el Día de Muertos y la Nochebuena, por ejemplo, a los que se agregaban peregrinaciones y ferias relacionadas con la veneración de algún santo. Las fiestas de la Viergen de Guadalupe y dela Viergen de San Juan de los Lagos, por ejemplo, convocaban a muertos fieles. Además se festejaban bautizos, matrimonios e incluso defunciones.
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